
Falleció Luis Pedro Toni
A los 91 años murió un precursor del chimento en los medios argentinos
Se destacó en los medios gráficos, la radio y la TV con un estilo muy distinto al actual para divulgar la vida y los secretos de nuestra farándula
LA NACIONMarcelo Stiletan

Con el fallecimiento de Luis Pedro Toni empieza a cerrarse para siempre en la Argentina un modo de divulgar las intimidades de nuestra farándula muy diferente al que se impone en la actualidad.
Toni, que murió este martes en Buenos Aires a los 91 años por causas naturales, y su generación siempre entendieron el chimento como prolongación de la vida pública de sus figuras más conocidas y se cuidaron todo el tiempo de atravesar esas barreras. Pero, como suele ocurrir cada vez que se indaga en intimidades ajenas, reaccionaron más de una vez con debilidad frente a la tentación de revelar algún secreto incómodo o procaz.
Aquellos “pioneros” se deleitaban en la difusión de las andanzas más picantes de nuestros astros y estrellas, pero sabían frenarse a tiempo y manejarse con límites que la gran mayoría de sus herederos, representantes de la profusa “patria chimentera” de nuestro tiempo, hoy no tiene ningún problema en cruzar con la ayuda de los propios protagonistas.

“Ninguna fuente de información es tan valiosa como el propio artista, siempre dispuesto a hablar mal de sus colegas”, dijo alguna vez Luis César “Lucho” Avilés, contemporáneo, colega y amigo entrañable de Toni. La única diferencia con el pasado es que hoy cuesta mucho más conservar una fama cada vez más precaria y fugaz. Y lo primero en sacrificarse es el decoro.
Toni, en cambio, se jactaba de su amistad con Alfredo Alcón y otras figuras de ese calibre. Y manejaba otro tipo de lenguaje: “Querido amigo de mi padre. Único. Personaje de una inteligencia singular con sorpresas insólitas. A veces decía frases en latín”, escribió ayer al recordarlo desde su cuenta de X (ex Twitter) Pepe Carrozzi, el hijo del gran Antonio Carrizo.
Como lo reconoció siempre el propio Toni, la divulgación de las confidencias de los famosos no empezó en los medios gráficos y audiovisuales de nuestro país con esa camada. Antes vimos pasar por la pantalla y las páginas de las publicaciones de la farándula a Mariofelia y sobre todo a Valentina Gestro di Pozzo, conocida por todos como la “Tía” Valentina, un gran personaje que llegó en sus últimos años a convivir en la tele con toda esa renovación, risueñamente bautizada en los años 60 por la revista Primera Plana como el grupo de “chimenteros nouvelle vague”.

Toni fue el único representante de esa generación (tal vez con el agregado de Avilés) cuyo nombre siguió en los últimos años resonando en la generación del streaming. A los 85 años seguía trabajando en radio, participando en las conversaciones públicas sobre temas del espectáculo local y asistiendo a las funciones privadas para críticos de los próximos estrenos cinematográficos.
Toni nunca se molestó que lo identificaran o reconocieran con el chisme, pero siempre insistió en que su fuerte en materia de conocimientos era el cine. Decía que la condición necesaria para hablar de la vida de los famosos era tener un conocimiento previo de la realidad del espectáculo en todas sus expresiones: cine, teatro, radio y TV.
Pocas cosas lo enorgullecían más que contar que asistió 16 veces al Festival de Cannes como enviado de distintos medios locales y de su propio medio, el Reporter del Espectáculo, que empezó a publicarse en papel en 1966 y adquirió formato digital en 2006, siempre bajo su dirección.
De la primera redacción del Reporter participaron nombres destacados como Avilés, el prematuramente fallecido Aníbal “Coco” D’Agostino, Luis Ángel Formento, Isidro Gabriel, Rubén Machado (futuro director de Radio Rivadavia y Radio Municipal) y Gedalio Tarasow. Para dejar en claro que su idea del espectáculo iba mucho más allá del cotilleo de los famosos, Toni incluyó en la tapa del número inaugural la imagen de Sean Connery como James Bond, el ranking discográfico del momento en la Argentina (con “Michelle”, de los Beatles, como el simple más vendido), la polémica sobre las elecciones en Sadaic y un proyecto para licitar Canal 7.
Entre otras destacadas figuras de su generación (hay que nombrar también a Leo Vanés, Jorge Jacobson, Francisco “Pancho” Loiácono, Carlos Llosa y hasta al extraordinario Nicolás “Pipo” Mancera, que empezó en ese mundo) Toni sobresalió como responsable de una muy leída y comentada columna diaria de chimentos y entretelones de la farándula publicada en la contratapa del vespertino La Razón entre 1958 y 1984.
Siempre reconoció como su gran mentor a Héctor Ricardo García, que le ofreció mudarse a Crónica para seguir allí con su columna. Como Toni estaba muy cómodo en La Razón declinó la propuesta, pero a cambió le recomendó a García que “importara” de Uruguay a Avilés, que hacía algo parecido en el diario El País. Así empezó la carrera de chimentero en nuestro país del futuro conductor de Indiscreciones.
Toni fue un genuino hombre de radio, con una trayectoria que también se inició en 1966 en la sintonía de Excelsior y abarcó muchas facetas, incluyendo la de relator deportivo, en varias emisoras. Su mejor momento radial coincidió con la época de oro de Rivadavia, donde trabajó junto a Carrizo, Cacho Fontana, Héctor Larrea y Juan Carlos Mareco hablando, por supuesto, de espectáculos y chimentos. Pasó su última etapa en Radio 10.
En la pantalla chica
El momento de mayor popularidad lo vivió en TV gracias a la columna de espectáculos que tuvo durante siete años en Nuevediario cuando el informativo estrella de Canal 9 arrasaba en el rating. Muchos descubrieron allí su inconfundible manera de informar y de opinar (las dos cosas casi siempre al mismo tiempo) hablando casi sin pausas con expresión enfática y convencida, la pose siempre altiva, movimientos ampulosos y palabras directas, sin vueltas.
Otros conocieron más tarde esa misma estampa, bien aporteñada e histriónica, en la mesa de Polémica en el bar, que ocupó durante cinco temporadas convocado por Gerardo Sofovich, otro de sus buenos amigos. Esa misma imagen se amplió a la pantalla grande, cuando aceptó reírse de sí mismo apareciendo en películas como La clínica loca, Los pilotos más locos del mundo y Brigada explosiva.
Toni nació en Buenos Aires el 29 de junio de 1934 y empezó su carrera periodística a los 21 años firmando artículos sobre temas políticos en la revista católica Criterio. Cerraría esa trayectoria, ya octogenario, en una parábola perfecta vinculada a sus convicciones religiosas, como estudiante tardío y fervoroso de teología en la Universidad Católica Argentina.
En los últimos años de su vida pública no hablaba con entusiasmo de otra cosa que no fuesen los temas teológicos, sobre los que también escribía en el diario La Prensa, y de una tesis que pensaba escribir sobre Dios y el hombre. También dedicó mucho tiempo (y hasta un libro escrito en la juventud) al estudio de la vida de Eva Perón.
Vivió el momento más risueño de su trayectoria en los años 60, cuando todavía se dedicaba full time al chimento en los medios gráficos, cuando un desconocido lo encaró preguntándole “¿Usted es el de espectáculos?” y sin esperar respuesta le llenó la cara de tinta de imprenta. “A mi hermano lo ensuciaron con papel y tinta y yo les devuelvo la atención”, le gritó antes de salir corriendo. “En el fondo fue un gesto simpático, lleno de sentido. Yo no tenía nada que ver con la información, pero la ligué igual”, evocó Toni más tarde, según la crónica publicada en el semanario Primera Plana.
En junio de 2017 mantuvo un comentado entrevero con su entonces compañero de radio Baby Etchecopar, pero sin otra repercusión que el ruido mediático abierto por un fuerte cruce de opiniones en plena transmisión. Después de ese hecho, el último de gran repercusión que protagonizó, su presencia se fue apagando de a poco, aunque mantuvo hasta el final la atención y el interés por los temas a los que dedicó su vida, sobre todo alrededor de los cambios en el mundo audiovisual. Allí se ganó un lugar destacado uno de sus hijos, Diego Toni, gerente de programación de Canal 9 desde hace más de una década.