Alejandra Pizarnik, la poeta “maldita”

Hace 85 años, en Avellaneda y bajo el signo de Tauro, nacía Alejandra Pizarnik. Su nombre, símbolo mismo de la poesía más allá del ámbito local, arrastra consigo una magnífica obra que abarca además la escritura teatral, la ficción, la traducción y un paso por el periodismo.

Conjugando genialidad, bohemia, vínculos amistosos, literarios, amorosos, epistolares con una variedad de importantes escritores (Julio Cortázar, Silvina Ocampo, Octavio Paz, Olga Orozco, Diana Bellessi, Ivonne Bordelois, son algunos de ellos), al mito Pizarnik se le suma un dato crucial: la precipitación de su final a los 36 años, el 25 de septiembre de 1972.

Dieciséis antes, la joven Alejandra Pizarnik había sacado a la luz su segundo libro, lo llamó La última inocencia y contiene aquellos proféticos versos que dicen: He de partir/ no más inercia bajo el sol/ no más sangre anonadada/ no más fila para morir.

De esa rotunda negación a ser tragada por la inercia del destino, habló en una entrevista su amiga Ivonne Bordelois: “se sentía totalmente abandonada por el mundo: qué diría el mundo si dios lo hubiera abandonado así, como me abandonó a mí, decía. Tenía una sensación de total desamparo”.

Archivo PIzarnik. Papeles y fotos de la poeta en la Biblioteca Nacional. Foto Lucía Merle

Archivo PIzarnik. Papeles y fotos de la poeta en la Biblioteca Nacional. Foto Lucía Merle

Esta mirada sobre el sentimiento de desajuste pizarnikiano, sobre su soledad , coincide con la de Tamara Kamenszain quien declaró alguna vez algo similar: “Le costaba lo grupal, en el sentido de integrarse a la vida, a camadas de vida, a movimientos. Ella estaba ya separada, recortada en su nicho”.

Pero desde ese recorte, desde ese compartimento propio en el que no parecía entrar nada ni nadie más, Pizarnik lanzó al mundo una literatura que expande progresivamente sus límites geográficos y encuentra cada vez más cultores de su obra.

Hace unos pocos años, el poeta sueco Magnus William-Olsson visitó la Argentina y dio una conferencia sobre ella en la que dijo: “Cuando la conocí sentí que había algo allí que tocaba algo esencial de mi concepto más hondo y desconocido de la poesía”.

También para William-Olsson, vida y obra de Alejandra Pizarnik resultan inseparables, así como parece ser para las distintas generaciones de lectores interesados, casi en el mismo rango, por su poesía, su diario, su biografía o su correspondencia (que tuvo primera publicación en 1998 después de varios rechazos editoriales, según cuenta su compiladora, Ivonne Bordelois).

Documental sobre Alejandra Pizarnik

«Vértigos o contemplación de algo que cae», de Vanessa Ragone


De la autora de La condesa sangrientaEl árbol de DianaLa extracción de la piedra de la locura y Los trabajos y las noches –por nombrar algunos de sus grandes libros- también se ocupó el teatro.

No sólo desde las diversas puestas de su obra Los poseídos entre lilas. También hubo ficciones sobre su vida y dramaturgias confeccionadas por una ilación lírica como la que Fabiana Rey hizo para su Tapiz Pizarnik.

Para las artes audiovisuales fue fuente de inspiración; es el caso de Alejandra, el documental de 2013 de Ernesto Ardito y Virna Molina, o del mediometraje de Vansesa Ragone de la década del 90, que puede encontrarse en Youtube con el nombre de Vértigos o la contemplación de algo que cae.

Allí sus amigos dan conmovedor testimonio, entre ellos Diana Bellessi, quien la describió así: “Su legado: un legado suntuoso de desmesura. Alguien que no se acomoda en la trampa. Irónica, sin dejar títere con cabeza, maravillosa, sucia, fea y mala. Muerta de deseo por vivir”.

El primer poema: «La enamorada» 

Por Alejandra Pizarnik

Ante la lúgubre manía de vivir

esta recóndita humorada de vivir

te arrastra Alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo

y te fuiste triste estabas sola

y la luz rugía el aire cantaba

pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás

tremolarás tus manos así volverá

tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó

el barco con barbas de espuma

donde murieron las risas

recuerdas el último abrazo

oh nada de angustias

ríe en el pañuelo llora a carcajadas

pero cierra las puertas de tu rostro

para que no digan luego

que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días

te culpan las noches

te duele la vida tanto tanto

desesperada ¿adónde vas?

desesperada ¡nada más!

* Publicado en 1956 en la revista Poesía Buenos Aires

Fuente: https://www.clarin.com/cultura/alejandra-pizarnik-cumpliria-85-anos-poeta-maldita-hondo_0_L1vr0RRyq.html